
Mario Opazo Chilean, b. 1969
Magdalena llora, 1996
La instalación “Magdalena Llora”, reúne algunos objetos domésticos y algunos materiales traídos del río: una cama, una mesa, un cajón, un poco de barro, de agua, de fuego. Con eso...
La instalación “Magdalena Llora”, reúne algunos objetos domésticos y algunos materiales traídos del río: una cama, una mesa, un cajón, un poco de barro, de agua, de fuego. Con eso que un pescador llena su espacio, lo necesario para soñar, una cama que en cambio de colchón soporta una bandeja de acero con petróleo traído del puerto de Barrancabermeja, puerto petrolero, escenario de conflicto y atentados de guerra. Una mesa incinerada por el fuego de una casa que se incendia, una mesa de carbón que además funciona como estufa, un sistema de gas la activa como terca necesidad de vigencia y vida, una caja de madera almacena de manera extraña un cubo de agua traída del río, el agua se evapora y se condensa como lágrimas o nubes que nuevamente lloran sobre sí misma, una línea de Neón rojo replica contorneándose, la cartografía del recorrido del río, una montaña o ladera de barro exhibe la riqueza del suelo. Se trata de un conjunto de objetos y materiales que abren un escenario conmemorativo, un escenario para el tiempo de la tragedia. Un televisor se asoma desde afuera, por una ventana, cuelga en el exterior del edificio y muestra hacia adentro la imagen del río que muere, lento y lleno de espuma tóxica, el río también muere de contaminación, dos letreros de bronce dicen, Magdalena Llora y Magdalena Duerme, el primero sobre el petróleo en la cama, el segundo sobre el agua en la caja de madera, ambas narraciones hacen del río un ser, un sujeto.
“Magdalena Llora” se hace espacio para el cuerpo, para el público que conmemora la muerte en la médula de un territorio, la historia que se ahoga deja ver solamente aquello inolvidable, la memoria, en este caso, de un país que sufre y llora. Su lamento y sus lágrimas se evaporan, se condensan y caen con la lluvia, por las montañas bajan en quebradas y riachuelos, hasta juntarse todas las aguas en el centro, en el eje, en el Río Magdalena.